Versos y reversos
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I

Como dibujar un puente sin un horizonte
Y nacer sin ser una huella
Una falta de ideas condiciona mi presencia
Cómo llamar a algo que no es presencia todavía
Pero que está demasiado muerta
Para respirar con su alma
Escribiré y así propondré un nuevo puente
Nueva conexió astral donde la imaginación
Es el principio de la más pequeña piedra
Donde el humano es discos rotatorios
Que se entrechocan y se disimulan y en su movimiento
Se disimulará el gozne universal



II

Negras son mis horas, dijo el muelle, mas no quedan más lumbres que las luces tristes de las arterias de una ciudad muerta:
Jódanse la luz lunar y las estrellas, el sol y las llamas etéreas. Solo queda hoy, triste penumbra.
Avanza, avanza el ser, paso a paso: vertiéndose sobre si mismo. Entre mis horas más negras, en los días de riqueza



III

En el cuarto, en el cuarto destartalado, entre las paredes, iluminadas por los órganos negros,
que se derraman de la cama deshecha, donde yace, deshecho, él también, el sauce negro.

Letanías y suspiros divagarán por la sala en unos momentos, pero, por ahora, una unidad empapa el cuarto entero,
una suerte de totalidad que no desprende trascendencia alguna.

¿Acaso, Cristalina, me has traicionado? ¿Será que esta es tu verdadera forma y solo me la has ocultado?
O es que el humano no puede verse morir y la palabra, y la voz, solo lo han criado.

Yace, en un rincón del cuarto destartalado, la fotografía de un reloj tachado. Bravo, sauce negro, encontraste la falla del tiempo humano;
Verdaderos son tus cantos, y ni la ciencia ni la filosofía, ni el arte, acompasan el ritmo de la danza macabra de tu follaje.

En breve arderás como un milagro flagrante, pero nadie cree más en tus historias y tus rimas.
Símbolo de la naturaleza, de alguna primitiva raza; a eso serás reducido,
y, como todos los grandes profetas, quedarás resumido en algunas letras, de algún estúpido poeta.